La gestión pasiva de la inversión es cuando un inversor delega la toma de decisiones sobre ‘qué acciones comprar o vender’ a un administrador de inversiones profesional. El inversor todavía posee las acciones, pero son administradas por otra persona. Este tipo de inversión se considera pasiva porque el inversor no participa activamente en la gestión diaria de su cartera o portfolio como sí lo hace en la gestión activa de la inversión.
La gestión pasiva es un estilo de inversión en el que el inversor confía en los fondos indexados para realizar un seguimiento del rendimiento de un mercado o segmento específico del mercado. La administración pasiva no intenta ganarle al mercado o vencer al índice, sino que espera lograr rendimientos que igualen o superen los rendimientos del mercado al mantener una cartera ampliamente diversificada.
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